La dinastía que pudo ser pero nunca se llegó a concretar. No me extrañaría encontrar un titular parecido de aquí a unos años. Sí, es posible que el Heat gane uno o dos campeonatos luego de su arremetida en el proceso de agencia libre pero, hablar de dinastía a esta alturas con un equipo con sólo cuatro jugadores en su roster y falta de flexibilidad financiera para sumar piezas de calidad sin sobrepasarse del espacio salarial no por éste, sino al menos en los próximos seis años, luce realmente descabellado.
Para saber a fin de cuentas quienes ganaron y quienes perdieron luego de estas decisiones, habrá que esperar un buen tiempo, quizás algunos años pero desde ya podemos sacar algunas conclusiones.
Los ganadores a primera vista:
La franquicia del Miami Heat, como empresa y marca comercial, que con la adición de James, Wade y Bosh, logrará atraer nuevos fanáticos (que según cálculos podrían llegar a ser más de mil millones en todo el mundo) dispuestos a gastar dinero en productos del equipo y aumentar su valor en el mercado. Por otro lado, la asistencia en el American Arena, desde ya se espera, que sea absoluta a cada uno de los juegos de local del equipo del Sur de la Florida.
Pat Riley quien jugó a lo seguro. Ahora, más que nunca, se ha asegurado su futuro dentro de la organización y el apoyo de la fanaticada. Si falla, quedará con las manos lavadas y no será reprochado. Si acierta, podrá despedirse como no sólo como uno de los mejores coach de la historia, sino como el Gerente General que logró unir bajo un mismo techo a tres titulares indiscutibles de la Selección Nacional Estadounidense para llevarlos a cosechar unos títulos esquivos para ellos (con excepción de Wade).
Los perdedores:
La ciudad eternamente condenada a perder en prácticamente cualquier evento deportivo en el que participan sus equipos profesionales: la ciudad de Cleveland, con los Cavaliers prácticamente condenados a iniciar un proceso de reconstrucción sin la tutela de un jugador franquicia.
Dan Gilbert, el dueño de los Cavs, que había visto aumentar el valor comercial del equipo después de adquirirlos por US$ 375 millones en 2005, y que ahora con la partida de James sufrirá el efecto contrario al explicado anteriormente con el Heat. De acuerdo a un reporte publicado por medios en USA, el valor de la franquicia podría caer unos US$ 250 millones.
LeBron James, cuyo ego y desesperación le hicieron tomar una decisión de la cual pueda arrepentirse en unos años cuando vuelva a mirar atrás el camino que tomó. Traicionó a su ciudad natal, para unirse a un equipo en el que sin dudas tendrá más chances de competir, pero quieran aceptarlo o no podrá ser el líder que guíe a un equipo al Campeonato, por estar, si no a la sombra, al menos a la par del jugador franquicia del equipo: Dwyane Wade.
El resto de la historia está por escribirse en los próximos meses y años. El mundo vive de decisiones y James tomó las suyas. Quizás, el precio que pagó por ganar unos cuantos campeonatos pueda ser demasiado alto, porque tarde o temprano le iban a llegar esos anillos de campeón en Cleveland con equipo construido a su alrededor…
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